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Piedra cancagua de Valdivia: los materiales del Castillo

La historia reciente de la Tierra (los últimos ~2.5 millones de años) se caracteriza por una oscilación marcada entre períodos fríos, conocidos como glaciales, y períodos similares al actual, denominados interglaciales. Durante cada glaciación el hielo se acumula en latitudes altas y sobre las montañas; a su vez, el mar desciende de nivel a escala global, llegando a extremos de hasta 120 metros por debajo del nivel actual. Cada vez que esto ocurre, la línea de costa se retira hacia el oeste dejando al descubierto la plataforma continental, así el paisaje que hoy vemos se transformó durante las glaciaciones por completo.

Las rocas utilizadas para la construcción del Castillo de Niebla, areniscas conocidas localmente como cancagua, se acumularon durante el último interglacial y a comienzos de la última glaciación, entre 120.000 y 90.000 años antes del presente. Durante ese tiempo el aspecto de la costa era distinto. Una barra arenosa se extendía entonces desde el extremo norte de la playa Los Molinos hacia la bahía de Corral, pasando por lo que hoy es Niebla. El continente mismo se encontraba cerca de 40 metros por debajo de su elevación actual, al menos la porción costera, de modo que la superficie actual del Castillo estaba prácticamente al nivel del mar.

La arena que forma las rocas del Castillo se acumuló en ese contexto en ambientes relacionados con esta barra, como playas, dunas y canales de marea. Fue abandonada durante la última glaciación, cuando el mar se retiró costa afuera, y la parte que no fue removida por los ríos se endureció hasta formar esta roca fácil de labrar. En el momento en que el mar retorna hasta el nivel de hoy en día, el continente se ha alzado, y lo que antes fuera playa hoy forma la superficie de un prominente acantilado. El origen de los componentes de la cancagua es volcánico, es decir fueron transportados en grandes cantidades desde los Andes hasta la costa ya que no había espacio para su depositación en la zona media, pues la Depresión Intermedia no existe a la latitud de Valdivia. Ocasionalmente, también la ceniza de los volcanes fue transportada por el viento este (Puelche) y se depositó directamente desde la atmósfera, siendo posteriormente degradada a arcilla de tipo Caolín, con la que se hacía la loza, tal como se observa en la Playa Grande de Niebla.

Las capas inclinadas casi 45º hacia el este en la pared al frente del Castillo (foso) corresponden a antiguas dunas; las rocas que se usaron para construir el Museo corresponden a sedimentos depositados en un antiguo estuario y pequeños lagos costeros, que se ubicaban bajo el nivel de las dunas cercanas al acantilado.

La palabra "cancagua" viene de canca (de cancan = asar, asador) y significa asar. En quechua también se usa la misma palabra para designar lo asado. Cancagua se refiere entonces a la piedra que se emplea en la construcción de edificios y de la que también se hacen hornos y braseros. Francisco Cavada (1921) señala que Lenz cree que la palabra es quechua; pero Román la estimaría mapuche. Del mismo origen provienen las palabras cancato, tomaticán y charquicán (pescado asado, guiso de tomate y guiso de charqui, respectivamente). Los hoyos labrados en la cancagua, que pueden verse en la Playa Chica de Niebla, se utilizaban para cocer alimentos; bajo el lado norte del Castillo, en la Playa Grande, se pueden observar concavidades de mas de 1 metro de altura, restos de muelles, escaleras y otros elementos arqueológicos asociados al sitio, que fueran tallados por presidiarios y soldados.

En 1775 el ingeniero Antonio Duce escribía en carta del 9 de junio al gobernador de Valdivia Joaquin Espinosa Dávalos sobre las ventajas de la cancagua como material de construcción, ya que cubría la cantidad equivalente a 12 ladrillos, requiriendo menos tiempo de elaboración, traslado y gasto de cal, indicando que "la duración de la piedra en todos los edificios de más de cien años se manifiesta entera y sin desmoronarse y consistente" (Fondo Varios Vol 284, Archivo Nacional de Chile).

Es el material arquitectónico definitorio de los Castillos de Niebla y Mancera, junto con la piedra laja, usado tanto en bloques canteados, observables en el muro Sur construido por orden del ingeniero Juan Garland en el siglo XVIII, en los hornos para calentar las balas, como labrado en la roca misma, en el caso de la batería de Niebla, que destacan tanto la grandiosidad de las obras como la fragilidad de su naturaleza, tan vulnerable frente a la masividad de sus visitantes.

BIBLIOGRAFÍA:

CAVADA, Francisco. Diccionario Manual Isleño. Provincialismos de Chiloé. Santiago de Chile, Imprenta Yolanda, 1921.

Agradecemos la contribución de Estudios Transdisciplinarios del Cuaternario en el Sur de Chile. Un Núcleo de Investigación de Excelencia de la Universidad Austral de Chile NECsur. Texto basado en el aporte del Dr. Rodrigo Vega y el Dr. Mario Pino, Instituto de Ciencias de la Tierra, Facultad de Ciencias, Universidad Austral de Chile.

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